Expresa muy pedagógicamente Juan
Carlos Monedero: “El uso del prefijo «post» en las ciencias sociales suele
responder a tres razones: prudencia, impotencia o ánimo ideológico. Prudencia,
cuando se verifica que un hecho difumina sus contornos, incorpora matices y
anuncia novedades sin perder totalmente su condición original. Impotencia,
cuando se carece de la capacidad de identificar si lo viejo se ha marchado y lo
nuevo ya ha llegado, algo relacionado con la turbulencia de la época y la
dificultad del análisis para llegar al núcleo de lo que se quiere definir o
para proponer alternativas. Y ánimo ideológico, cuando se quiere distraer la
atención para rebajar un potencial conflicto explicando que los cambios son
inevitables o no tan relevantes, o bien, en una dirección contraria, cuando se
quiere dejar claro que algo que era positivo se ha perdido y conviene
recuperarlo para el bien de la colectividad. Los post suelen estar llenos de
memoria y de subjetividad” (http://nuso.org/articulo/posdemocracia-frente-al-pesimismo-de-la-nostalgia-el-optimismo-de-la-desobediencia/
)
Este uso si se quiere abusivo del
prefijo, para conceptualizar términos, con historias recientes, nos direcciona
a un campo en donde la realidad en la que estamos viviendo, no solamente no la
podemos dimensionar sin la distancia necesaria, sino que presumimos que eso
indeterminado, indefinido o incierto puede, casi por fuerza intuitiva lo
arriesgamos, tener características disruptivas, instancias aporeticas o zonas
de bifurcación en donde, o sucederá una cosa o la otra, pero, necesariamente,
la disyuntiva se resolverá.
Una de las tantas variables que
definen nuestra actualidad, es la medida del éxito que nos entronizan desde los
medios de comunicación, desde tal atalaya u olimpo en que ciertos semidioses
determinan muchas de nuestros sucesos cotidianos, se apuntó al término posverdad
como concepto del año, de acuerdo a la razón que esgrimieron, en base a un cálculo
aritmético, proporcionado por las estadísticas de la red, en relación al aumento,
exponencial, de un año a otro, en su uso en el distrito del lenguaje y por ende
en el andamiaje de la comunicación.
La posdemocracia tiene un origen más académico ya que proviene del autor Colin Crouch con su libro
cuyo título acuña precisamente el neologismo. En el siguiente y pedagógico
resumen del texto podemos obtener una síntesis nodal: “Durante la posdemocracia
sobreviven prácticamente todos los elementos formales de la democracia, lo cual
es compatible con la complejidad de un periodo “pos”. No obstante, debemos
esperar una cierta erosión a largo plazo, a medida que, hastiados y desilusionados
nos alejamos cada vez más de nuestro concepto máximo de democracia. También
debemos esperar la desaparición de algunos apoyos fundamentales a la democracia
y por tanto un retorno todavía más pronunciado
a algunas de las situaciones
características del periodo predemocrático, retorno cuya responsabilidad es
atribuible a la globalización de los intereses empresariales y a la
fragmentación del resto de la población.”
(Polsci Noob: https://reflexionessociales.wordpress.com/2010/09/22/libroposdemocracia-de-colin-crouch/)
A diferencia de lo que considera
el autor, no creemos que el habitar un proceso posdemocrático nos traslade, o
devuelva, o retorne a una situación predemocrática. Consideramos que sucederá,
precisamente lo contrario, de allí que hablamos de una suerte de maridaje, de
hermanamiento, de sincretismo, o síntesis con la posverdad, a la que podríamos
definir de acuerdo a la siguiente consideración: Post-truth (posverdad):
Relativo o referido a circunstancias en las que los hechos objetivos son menos
influyentes en la opinión pública que las emociones y las creencias personales.
Esta es la palabra del año para el Diccionario Oxford, que ha constatado un
incremento en su uso “en el contexto del referéndum británico sobre la Unión
Europea y las elecciones presidenciales en Estados Unidos”, hasta convertirse
en un término habitual en los análisis políticos. (Jaime Rubio Hancock. http://verne.elpais.com/verne/2016/11/16/articulo/1479308638_931299.html
)
La posdemocracia ha construido,
bolsones, archipielielagos de excepción, guetos, extensiones amplísimas de
poshumanos a los que creemos (en un uso de la posverdad) como si fuesen iguales
en derechos y posibilidades, pero que sin embargo en la realidad son completamente
desvalidos en su propia condición de sujetos. Nosotros, insistimos en nuestra
posverdad, los creemos prójimos, o próximos o asequibles a nuestro género
humano, sin embargo, mediante nuestra posdemocracia los hemos transformados en
los residuos necesarios, para extender nuestro ser en el mundo. En sus faltas,
en sus carencias, nosotros podemos observar, sentir y percibir nuestros logros,
validarlos y legitimarlos, darles sentido a nuestras vidas en la posmodernidad
que nos arremete con sus excesos y provocaciones. El desafío
consumista-existencial de no poder tenerlo todo, lo hemos resuelto generando
quiénes no pueden tenerlo nada.
La poshumanidad, puede ser
visible y palpable, en la dificultad, y porque no ascetismo que propondría
alejarse de la posverdad que inocula y establece como vara la posdemocracia;
Escuchar a quién tenga como objetivo desde hace años, solamente sobrevivir, o
hacer sobrevivir a sus hijos, requerirá, prácticamente de conocer previamente
el dialecto en el que se comunican, en una suerte de argot callejero en donde
la saliva debe ser ahorrada para prorrogar la segura victoria de la inanición.
Estos seres a los que perversamente, se los sigue considerando iguales, en el
caso de que sean estudiados por valores estándares de la cientificidad, guardarían
más relación con el eslabón perdido, que con quién posee otras preocupaciones
más allá de comer y no estamos hablando de aspectos estéticos, de los cuáles,
el solo plantearlos ya ganaríamos la
connotación de además de crueles, ostentar en grado sumo el mal gusto y blandirlo
para acomodar un par de letras.
En este festival del “más allá”
que denota en definitiva el prefijo post, posible o probablemente y por sobre
todo en relación a la crueldad que significa que convivamos con cientos de
miles o de millones de semi-seres, a los que por acción u omisión los
condenamos a esa situación, no sería solamente literario el pensar que tal vez,
seamos el más allá de generaciones anteriores, de las que nosotros seríamos el
resultante o una parte de ese resultante. En esa hipótesis, imposible de
probar, tal vez, estemos recreando o viviendo, el infierno o el lugar de
castigo, de penalidad espiritual, de seres preexistentes, de quiénes han hecho
las cosas tan mal (que seríamos nosotros en una suerte de vida anterior, o
pasada, siguiendo con esta hipótesis incomprobable, pero verosímil) condenados
a habitar un más allá, una suerte de posvida, en donde de maduro caería la
necesidad de creernos y mentirnos en posverdades, organizarnos en
posdemocracias y por sobre todo, hacer valer nuestra malicia, nuestra mal
conformación o adopción de acciones humanas nefastas para haber generado,
aumentado y mantenido nuestros niveles de poshumanos para el sostenimiento de
nuestros privilegios y prerrogativas que se nutren de la sangre, del sudor y de
las lágrimas de los humanos a los que hemos condenado a su actual condición de
post o de más allá de lo humano, dado que de tantas carencias a los que los
sometemos, ya no lo pueden ser.
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