6.8.16

Exitosa presentación de “La democracia incierta” en Madrid.

El autor correntino reunión en la capital española, a catedráticos de diferentes universidades europeas que coincidieron en elogiosos y considerables apreciaciones acerca de la obra de Francisco Tomás González Cabañas. El ministro de la Embajada Argentina en España, Sebastián Molteni, también presente en el acto, convocó al autor a una reunión en la sede diplomática Argentina, para el día de mañana, en la que acudirá también el Español y organizador del acto, Licenciado Miguel Ramírez Cordón, para continuar trabajando en consolidar el “Concepto de lo Iberoamericano en lo filosófico y cultural” uno de los lineamientos más destacables de la tertulia que produjo la inédita presentación en Europa del ensayista Correntino.

Laura Adrián Lara, politóloga de la Universidad Complutense de Madrid, destacó de la obra de González Cabañas; “La voluntad política que subyace en las palabras del autor, la búsqueda incesante de poner a la política en las calles” refirió la destacada catedrática.
A renglón seguido, se refirió el Sociólogo de la École Des Hautes Ètudes de París, Luis Martínez Andrade, bajo las siguientes apreciaciones; “La consideración teórica del voto compensatorio, resulta más que interesante para poder verla puesta en práctica en algunas de nuestras polis occidentales, tan en crisis desde nuestras actuales perspectivas de lo democrático”.
Finalmente Aníbal Pineda Canabal, de la Universidad Católica de Lovaina, de Bélgica, con un gran poder de síntesís, refirió “Sí tuviese que escoger una frase que defina el libro, sin duda sería la que el autor, con pertinaz sentido literario y político, entroniza, con que el orden se subvierte siempre mediante una tontería”.
La presentación estuvo a cargo del funcionario Diplomático, de la Embajada Argentina, Sebastián Molteni, y la coordinación por parte del Licenciado Miguel Ramírez Cordón de la Universidad Complutense de Madrid.
Francisco Tomás González Cabañas, en su exposición destacó, el fervor y la intensidad cultural que se vivencia en su Corrientes de tierra adentro, que muchas veces sólo es destacada por sus accionares más costumbristas, pero que tiene en su naturaleza más auténtica, una esfervencia por el pensamiento y las consideraciones políticas que trascienden las fronteras naturales y que como en la oportunidad que le tocó representar, se destacan en las plazas intelectuales más respetadas y afamadas del viejo continente. Se comprometió a continuar trabajando, en concordancia con las autoridades Argentinas, a reconsiderar y refundar la cuestión iberoamericana, para desarrollar encuentros de magnitud internacional en su tierra, como en su región (el litoral Argentino) como asimismo llevar a comprovincianos suyos a que exhiban sus talentos en Europa.
Exposición completa:
Geopolíticamente, Occidente necesita, en grado sumo e imperioso, redefinir sus límites, estableciendo con ello nuevas pautas de convivencia que dignifiquen la razón y el sentido mismo de la humanidad. Encontrar la distancia exacta para no fenecer por el frío extremo, impulsado por la crudeza de la supervivencia en solitario, antes que ser pinchado por la proximidad de la espinas del otro, era el dilema que debían resolver los erizos, tal como magistralmente lo anatematizo Arthur Schopenhauer. Sería un reduccionismo absurdo el volver a sentenciar que los límites geográficos son imaginarios, pues ya han pasado de la realidad a la hiper-realidad. Si queremos concebir la política mundial, subdivida en lo que los geógrafos llaman continentes, estaremos haciendo geografía, no política, mucho menos filosofía política con un sentido geopolítico.
Tanto África como Asia ya están en Europa. Europa huye de sí misma, y un poco hacia América o Latinoamérica, que en verdad son lo mismo.
Si de algo pueden servir las llamadas crisis migratorias, las extensiones de los estados de excepción como son los campamentos de refugiados o hasta incluso el dolor de las víctimas, reales como potenciales, de la irracionalidad terrorista, es que nos debemos, como humanidad, volver o encontrar de una vez, al menos falsa o eidéticamente, un frontispicio (término escogido por su vinculación con el concepto de frontera, como límite de lo limitante) en donde lo otro no tenga que ser necesariamente un objeto a conquistar, a convencer a someter, ni tampoco, en el afán de no hacerlo, convertirnos en objeto de eso otro. Ni infierno, ni cielo.
El dilema del erizo en su plenitud política. Tomando en cuenta tal vez su noción más íntima de lo humano, como lo hizo Freud, desde la perspectiva de la psicología, en relación a lo que expresaría el dilema en cuestiones del amor.
No podemos alejarnos como comunidad, partir de los otros, hacia un no lugar, o un reducto o gueto (las experiencias de los barrios privados o cerrados de los más pudientes, con cámaras de seguridad, vigilancia permanente, es revelador en este sentido) ni tampoco expulsar a quienes, en connivencia y complicidad con una facción, con quienes seguramente compartimos el temor y la inseguridad de no enfrentarnos a lo incierto (como si algo en la existencia fuese cierto o certero), consideremos, facciosamente, peligrosos, agregándoles cualquier tipo de adjetivación denotativa que nos sirva a tales y egoístas intereses, por otro lado, absurdos.
Cómo tampoco es verdad que quepan, inocente o románticamente, todos los mundos en un mundo. En tal proximidad, como los erizos, pegados unos a otros, terminaríamos pinchados, sin ninguna duda, prevaleciendo sólo la ley de la supervivencia del más apto que, en los últimos siglos, se constituyó como la finalidad misma de la política, que la política, como metodología, se encarga de suavizarla o edulcorarla, bajo sus supuestas formas institucionales o democráticas.
Si entendemos que el límite, como condición imprescindible de la vida en comunidad, se establece no en la tierra, ni en el afuera, sino en el adentro o en la concepción que tengamos de la humanidad, estaremos dando un gran paso, que posiblemente nos lleve un tiempo terminar de dimensionarlo. Porque más luego de esto, serán los políticos, o en su defecto quienes piensen de esta manera y luego tengan que hacer política, los que tendrán que llevar a cabo esta subversión del orden establecido, que aún no terminamos de entender, que ha ya dejado de ser útil hasta para quienes miran a la realidad desde su vértice.
El eje que se propone reconstituir va mucho más allá de su definición semántica, y ni que decir de las naciones-estado que podría incluir en su propuesta o manifiesto de base.
Los que planteamos este entendimiento, más que una plataforma o base de propuestas, sino como un llamado a que nos comprendamos mejor, provenimos de un lugar hispano-hablante, de tierras en donde el sincretismo cultural se ha dado producto de situaciones a las que no queremos volver, como tampoco volver a plantear como rencillas de una historia que nos impulsa a mirar nuestro aquí y ahora, hacia el futuro.
Pensamos en ese futuro, en que el límite que construyamos nos separe de lo violento, de lo irracional y de lo que atente contra lo vivencial. No creemos, o ya dejamos de creer, en arribas y abajo, en los términos, como en los conceptos de la revolución francesa. Ya sucedieron muchas otras revoluciones, como evoluciones, de las que deberíamos abrevar, y prestarle aún mucha más atención. Sobre todo, para redefinir el contrato social, que es ni más ni menos que las reglas de juego básicas de nuestros sistemas políticos.
El capitalismo o el sistema no pueden ser tratado sin antes trabajar sobre los pilares o lo subyacente de esto mismo, esas peticiones de principios o puntos de partida que son las reglas de juego.
Siguiendo el dilema del erizo, en caso de que tengamos que tomar una definición colectiva no la podríamos tomar, si dentro de la sala somos cincuenta y fuera de la misma son doscientos. Desde adentro, la mayoría cree que antes que dejarlos entrar a los que están afuera, o de que todos salgamos afuera, para ser todos, debemos establecer las reglas de juego. De tal manera, así se imponen en esa mayoría que no es mayoritaria, ni tampoco justa, ni idónea, criteriosa o razonable, pero determinan las reglas de juego, en la que experimentamos nuestra actual democracia representativa.
Este eje, llamado de la manera llamada por las razones expuestas (tal vez azares, que no son tales, por nuestros límites de entendimiento), es decir, por el lugar en el que hemos sido arrojados desde el no tiempo, de un no lugar que nos amenaza a volver a atrapar, como la eternidad, pretende, que el todo lo constituyamos entre los que somos, no entre los que estamos adentro de un sitio, o de un límite establecido, por algunos manipuladores que, tras esta segmentación construyen hasta sus argucias filosóficas, que algunos llaman, solemnemente, sistemas.
El encontrar ese todos es que el nuevo sujeto de lo democrático sea el pobre, el marginal, aquel a quien el contrato social (es decir todos nosotros, cómplices por acción u omisión, o solidariamente responsables) estafo, engaño y violento en su dignidad, despojándolo de esta misma, para que no pudiera tener ninguna chance de su propia humanidad, a expensas de que otros tengamos no solo una, sino varias, múltiples, casi incontables oportunidades.
Como verán, no se trata de cuestiones económicas, o de mercado. Es importante subrayar, esto nuevamente. Es una trampa, ya lo expresamos, que nos quieran hacer cambiar, la finalidad (es decir el capitalismo o el sistema) si es que no cambiamos antes, el canal, el ducto, el sendero que, inevitablemente, nos direcciona a ello.
El cambio de las reglas de juego es lo que nos hará que tengamos en un corto, mediano, o  largo plazo, otro destino que tenga más que ver con nuestra humanidad.
No hablaremos de las anteriores experiencias fallidas o aspectos de diagnóstico que sobrepueblan nuestros sistemas de información, como nuestra capacidad de comprensión y que terminan haciéndonos dudar. El próximo paso, que es el obvio, el necesario, el imprescindible, el que nos salvará del espinazo del otro erizo, sin que nos conduzca a que perezcamos, en soledad, ateridos.
Este eje tiene que ser asimilado, pensado y reflexionado por todos y cada uno a los que llegue. Ser departido en ámbitos de charla colectiva, tertulia o ensimismamiento.
El dilema que tendremos que resolver quienes propalamos esto, es si convencemos a los que gobiernan de que esta es la salida, el camino, el sendero por el cual nos tienen que hacer transitar, o si ponemos una pausa en lo teórico, salimos del límite de las bibliotecas y de las aulas, y nos proponemos el ser nosotros quienes tengamos que gobernar.

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